jueves, 2 de octubre de 2014

LA SINRAZÓN DEL DIÁLOGO NACIONAL



Por Dr. Samuel Mba Mombe. Médico y Miembro de la CORED

El Diálogo Nacional anunciado a bombo y platillo por el dictador Teodoro Obiang Nguema continúa siendo noticia y tema de debate entre los guineo-ecuatorianos aunque se constata que su objetivo es entre otras:

La huida hacia adelante
Una maniobra dilatoria y de distracción
Una tomadura de pelo a la oposición y al pueblo y,
Un insulto a la inteligencia

Lo que llama la atención en todos los comentarios y análisis que hacen, es que algunos están pecando de ingenuidad hasta el extremo de pensar que el dictador es capaz de propiciar un cambio democrático en el país con esta nueva farsa que está utilizando como mercancía para el consumo exterior. No dejaremos de decir que el guineano es el único de la especie humana capaz de tropezar más de una vez con la misma piedra. Con este tema del diálogo nacional los guineanos estamos como si regresamos al pasado, es decir al año 1992 cuando Obiang hizo lo mismo con el moribundo si no enterrado proceso de democratización. La oposición con sus líderes en el exilio acogieron dicho anuncio con la misma euforia que hacen ahora con el diálogo nacional y el resultado de esa farsa no creo que hace falta comentarlo.

La pregunta que se haría a los entusiastas, animadores, optimistas y aduladores del llamado diálogo nacional es ¿en qué ha cambiado el dictador en su “buen hacer” de las cosas para que todos de repente, vean en esta nueva farsa una oportunidad para que Guinea Ecuatorial pueda salir del actual impase político propiciado por el mismo PF? El guineano olvida fácilmente y no aprendemos de la historia que como se sabe, se repite muy a menudo. Justamente la historia de la década de los ’90 se está repitiendo con esta nueva convocatoria del dictador para seguir ganando tiempo en su plan bien diseñado de situar a su hijo en la silla presidencial. Para que el plan funcione, hay que implicar a una oposición exiliada cuya existencia nunca había reconocido. Pues, la disidencia exterior es el mayor obstáculo que tiene el dictador para materializar su diabólico plan de sucesión a la togolesa, congoleña o gabonesa.

Si el diálogo es la mejor forma de discutir los problemas para solucionarlos, ¿por qué en 35 años el dictador ha negado sentarse con el resto de los actores políticos para afrontar este reto de construir el país respetando los derechos de los ciudadanos? Si es como se comenta que la iniciativa del diálogo nacional partió de Convergencia para la Democracia Social (CPDS), entonces se puede afirmar sin miedo a equivocarnos, que lo del diálogo nacional no estaba en la agenda del gobierno del dictador, razón por la que vemos que la iniciativa está siendo manipulada por el régimen presentando al dictador como el artífice de ella cuando ni siquiera, está por la labor de democratizar el país tal y como exige la inmensa mayoría de la población.

Afortunadamente algunos guineanos ya no se dejan engañar por el dictador por eso su plan no encuentra el apoyo de la mayoría, que exige una mayor transparencia en la forma de hacer las cosas sobre todo cuando se trata de problemas de envergadura nacional. No hay ninguna razón para ser optimista ni mucho menos para conceder el beneficio de duda una y otra vez al dictador cuando tiempo ha tenido para hacer bien los deberes como Jefe de Estado que dice ser. Obiang ha desperdiciado todas las oportunidades desoyendo a los llamados de la oposición y de la comunidad internacional a fin de permitir el ejercicio libre de actividades políticas en el país y con el fin de poner en práctica un proyecto político nacional tendente a facilitar la alternancia pacifica en el poder organizando periódicamente elecciones libres y transparentes con una amplia participación de la ciudadanía.

Los que nos oponemos a estas manipulaciones lejos de pensar que tenemos miedo a que Obiang nos elimine, nuestros detractores deberían mejor reflexionar antes de echar la culpa a la verdadera oposición, sí, a la verdadera oposición, esa que no está para entrar en contubernio con el dictador ni reírle las gracias. Si de miedo se trata no es por la muerte sino para no tener que lloriquear después que Obiang nos ha vuelto a engañar, lo que se convertiría de facto en “ladridos de perros” como ya nos llamó en su día. Nuestras reivindicaciones democráticas nunca han sido pedir favores al dictador sino un reclamo de los derechos que le asisten a cualquier ciudadano en un Estado de Derecho y Guinea Ecuatorial está muy lejos de llamarse como tal.

La negativa de la mayoría de los opositores de participar en esa farsa es un varapalo a la dictadura y todos los que han orquestado este bochornoso espectáculo deberían comprender que ya no quedan niños en el patio del colegio.