lunes, 10 de noviembre de 2014

MEMORIA HISTÓRICA Y RECONCILIACIÓN, CONDITIO SINE QUA NON, PARA LA DEMOCRACIA


Juan Cuevas, Secretario de Formación del Partido del Progreso

Después de 45 años de independencia fallida y tras soportar durante ese tiempo dos feroces dictaduras, los guineanos estamos en el mismo punto que en 1968, año en que finalizara oficialmente la colonización española. Todo ha sido un espejismo. Han sido 45 años de paréntesis, o mejor, de largo y oscuro túnel. Así que estamos ante la misma encrucijada y nos enfrentamos con el mismo dilema que en el inicio de nuestra independencias: cómo alcanzar la libertad, llegar a la democracia y encarar adecuadamente el futuro.

No cabe duda de que la dictadura ha abierto una gran brecha en el seno de nuestra sociedad, separándola en dos mitades: de una parte, los que apoyan a Obiang y se han hecho cómplices de sus tropelías y de otra, los que se han opuesto voluntariamente a éste y una gran mayoría que han sido excluidos por la tiranía. Por otra parte, el propio régimen ha ido eliminando, poco a poco, del panorama político y social -bien por asesinatos o por el obligado exilio- a aquellos valiosos hombres que representaban los grandes valores humanos de libertad, honestidad y de democracia, que podían servir de guía o referente para los demás guineanos. En su lugar, la dictadura ha implantado la mediocridad, la corrupción, el latrocinio,  la incultura, el hedonismo o la sumisión, como nuevos modelos a imitar.

De esa forma definía Don Severo Moto el carácter dictatorial de Obaing Nguema: "Como esos ofidios, esas culebras venenosas, que muerden e inyectan su veneno en la herida; y soplan, de inmediato un aire frío, para evitar que la víctima se entere de la mordedura, Obiang Nguema, dotado de esa característica de hombre taimado, falso y mentiroso, dio a la dictadura de su tío Macías, ese soplo de aire frío que hace a sus víctimas (guineanos, españoles y otros extranjeros) no enterarse, o,  muy tarde, del veneno inyectado. Con ese carácter  taimado, con esta treta, Obiang Nguema Mbasogo ha conseguido conciliar en Guinea Ecuatorial al cielo y al infierno. Si Macías, simple y directamente ordenó el silencio a Dios,  cerró las puertas de las Iglesias, y rompió con España; su sobrino, no solo ha abierto las Iglesias cristiano-católicas sino que ha franqueado las puertas, y colma de regalos, corruptelas y dones envenenados (coches lujosos, mujeres y lascivia)  a todas las Iglesias y sectas de toda ralea; es ese  soplo de aire frío que les permite olvidarse del profundo odio o desprecio que Obiang Nguema tiene a Dios, después de que sus medios de comunicación no han dudado en llamar, con absoluto consentimiento y gozo del propio Obiang Nguema, el “dios” de Guinea Ecuatorial"

En este contexto, se hace necesario entroncar con nuestro pasado mas glorioso, rememorar nuestra memoria histórica, valorándola, tratándola con especial respeto y con algo de veneración. Esa memoria no puede considerarse sólo como una simple manifestación mnemónica de nuestro pasado reciente, sino que debe constituir un emulo, o un poderoso impulso vital, que nos permita desandar el largo y tenebroso camino de dictaduras y retomar aquel ímpetu: el gran espíritu de libertad y de servicio a la comunidad que inspiraron aquellos grandes hombres protagonistas de la primera etapa de nuestra fallida independencia.

El arzobispo Nze ABUY  fue el más claro exponente de un elenco de grandes hombres formados en sólidos valores, producidos en la época de mayor esplendor de Guinea Ecuatorial. Su sólida formación humanística, así como su contacto con los grandes movimientos democráticos que recorrían Europa, obtenidos en su periodo de estudios en Alava  y Roma o en sus años de profesor en Salamanca, le sirvieron para concebir una nueva  forma de ser, comprometida con la libertad e incorporada plenamente a la vida política, como forma de mejorar la sociedad en que vivía. En su célebre Carta Pastoral "Los cristianos ante la independencia del país", escrita en Junio de 1968, exhibe el elevado sentido ético que tenía de la política. Para él todos  los que forman la sociedad; los simples ciudadanos, los maestros, los funcionarios del estado, los políticos y los gobernantes, todos estaban obligados a observar un mismo código ético y moral: servir a la comunidad con honestidad, honradez y valentía. Con el único objetivo de cooperar al bien común de la nación. Una única Nación, entendida como ente de  vertebración y solidaridad de todos los territorios y defensora de las particularidades y costumbres de las diferentes etnias y pueblos que la integran.

Después de haber conocido este documento -la carta de Nze Abuy- puedo entender mejor la gran acogida del proyecto que ofreció  a los guineanos Don Severo Moto a través del  Partido del Progreso. Este partido encarna precisamente todos estos principios reseñados, por lo que nos atrevemos a manifestar que Don Severo es el principal depositario de los aspectos políticos que conllevan la actuación del cristiano en la vida pública, y que tan profusamente desarrolló el Arzobispo. Todo aquel que ha conocido de cerca o ha trabajado, como es nuestro caso, en este proyecto del Partido del Progreso y del Gobierno en el exilio, advierte que este constituye un auténtico movimiento político, dispuesto a regenerar la vida política de Guinea Ecuatorial, con la particularidad de poner a la persona como centro de toda acción.

En este sentido afirmaba Severo Moto: "Sonará a prepotencia; quizás a pretensión; o a caso, a vanagloria; pero puedo declarar que el Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial es la herencia, en versión política, del gran humanista Rafael María NZE ABUY, C.M.F. Su espíritu sobrevuela el silencio que hoy pesa sobre el Partido del Progreso; y sé que pervive, en hondos latidos, en los corazones de sus afiliados, a la espera de que las puertas de la libertad se abran, de nuevo en Guinea Ecuatorial. Volverán a abrirse, entonces las AULAS DEMOCRÁTICAS".

Desde el Partido del Progreso queremos transmitir un mensaje de esperanza y aliento a nuestro pueblo, tantas veces vilipendiado y olvidado. No hay que perder la esperanza, pues esta tragedia algún día terminará, sólo hace falta que existan guineanos  convencidos de ello y dispuestos a sacrificarse por este objetivo. Por nuestra parte, estamos dispuestos a intermediar ante la dictadura en favor de la democratización de nutro país, pilotar dicha transición y contribuir a la necesaria reconciliación entre  todos los guineanos.

Sabemos que la transición a la democracia en un país que ha estado tanto tiempo bajo la dictadura, requerirá una sagaz  ingeniería del consenso, así como la  implicación de todas las fuerzas vivas, tanto del interior, como de las exiliadas. Además de los políticos, se habrá de contar con personalidades guineanas independientes de relieve, así como con diferentes instituciones  nacionales e internacionales, que jugarán un papel de arbitraje. Y lo más importante, derrochar grandes dosis de generosidad, de visión de estado y de perdón, desterrando el odio y todo tipo de  revancha. Hay que tener en cuenta que la  reconciliación entre todos los guineanos, es el mejor tributo que podemos rendirle a todos los que han muerto -en muchos casos perdonando a sus verdugos- por la libertad de nuestro pueblo. Por tanto, las responsabilidades penales a que hubiera lugar, sólo las han de dirimir los Tribunales de Justicia, tanto nacionales, como internacionales.