sábado, 17 de enero de 2015

En Guinea Ecuatorial, amigo, la realidad supera a la ficción




A pesar del frío del invierno el sol se había abierto paso entre las nubes y los niños jugaban bulliciosamente a la pelota en el parque. Como cada primer jueves de mes, acudía a ese restaurante en el que se oficiaba el encuentro de los exiliados de Guinea Ecuatorial, donde te ponían al día de lo que unos sabían por otros y que les habían contado que dijeron, una forma más de no perder las raíces y de seguir sintiéndote parte de algo pues la añoranza, la melancolía del expatriado, se mitiga compartiendo momentos con tu gente aunque el escenario esté a miles de kilómetros de lo que en su día fue tu casa.


El Presidente, Severo Moto, también viaja en Metro, si hace falta

El Presidente, Moto y el Vicepresidente, Armengol venían juntos y se acercaban a buen paso. Ellos habían llegado en coche y yo , como siempre, en el Metro aunque coincidimos en el paseo y caminamos juntos por lo menos durante unos minutos hasta encontrarnos con el resto de amigas y amigos que periódicamente compartimos mesa y mantel.



Ni que decir tiene que la conversación giró en torno a la última ocurrencia del sátrapa y que no es otra que la de enfrentar a todo un pueblo, a toda una comunidad, no a defender los colores de la selección de fútbol sino al peligro incontrolable de hacer converger en un pequeño espacio de terreno a miles de personas de procedencias diversas y entre ellas, muchas, de países que están intentando combatir el escalofriante virus del ébola.



La irresponsabilidad de este personaje es tan extrema que no cabe en ninguna cabeza. Muchos de los contertulios coincidían en que había alguna estrategia oculta en semejante o aparente majadería.




El Presidente Moto habló y manifestó su preocupación por el uso suicida y caprichoso de un tirano que es incapaz de garantizar la más mínima calidad de vida a los habitantes de Guinea Ecuatorial pero que se jacta de quedarse con la organización de unos encuentros deportivos cuando estos deberían haberse suspendidos u organizados de una manera infinítamente más responsable. “Obiang juega a la ruleta rusa”, decía uno de los comensales. Armengol Engonga, el Vicepresidente, apoyaba las palabras de Severo añadiendo que no se cuenta ni con personal sanitario ni técnico para frenar el más mínimo brote de esta enfermedad que se contagia con la misma facilidad que una gripe. “Obiang, está loco”, se horrorizaba la esposa de uno de los amigos del Presidente.



Un joven que se sentaba junto a mí y con el que ya he coincidido en otras ocasiones me contó su punto de vista: “no vaya usted a creer que el dictador está tan loco como parece” , me dice como poniéndole los puntos a las íes y continua con su exposición. “Teodoro Obiang está acabado y él lo sabe. Ya es mayor y hasta los Papas y los Reyes han de jubilarse y ahí tenemos algunos ejemplos ¿no?”, me mira y yo no pienso interrumpirle. “Obiang quiere que sea su hijo, Teodorín, ya le vale, el que herede el país y así no tener que enfrentarse a la crudeza de que alguien se atreva a exigirle responsabilidades de lo que ha hecho con nuestra tierra, los miles de exiliados, los muertos, los presos, los parias y lo que han robado él y su banda. Obiang no quiere que nadie lea sus papeles, si es que supo alguna vez escribir, o que entren en sus siniestros calabozos gente que no sea la que está autorizada por él. El virus ese del ébola puede ser una tabla de salvación para él y su pandilla de matones ¿no se ha fijado que cada día que pasa hay más esposas, hijos, sobrinos y allegados de los bandidos en Madrid y en Valencia … ah y en Canarias, París y hasta en Berlín, que hace unos meses atrás? Los dirigentes del régimen saben que se puede desatar la enfermedad en nuestra tierra y eso es imparable. No se puede expulsar el virus como el que echa o deporta a un opositor o a un camerunés. Si el ébola se despierta en Guinea Ecuatorial le va a faltar carne para comer, se lo aseguro”. Bueno y ¿Qué tiene que ver este virus con el tirano o con la sucesión en la persona de su hijo? le pregunto intrigado. “Teodorín es lo más tonto que ha nacido de un ser humano, solo hay que oírlo en los vídeos esos que nos llegan de Guinea Ecuatorial. Como buen hijo de su padre sabe que la presidencia se gana con un Golpe de Estado. Así ha sido con Macías, con Teodoro y lo será con el hijo. Macías tiró por la borda toda posibilidad de construir un país democrático, amedrentando y asesinando a los opositores y empujando al exilio a los que pudieron escapar. Cuando la situación se tensó, su sobrino, un militar formado por España como guardia colonial, se hizo con el poder con la falsa promesa de democratizar y modernizar nuestro país … y claro, a la vista está, no fue verdad. Pues bien, ahora le toca el turno al incapaz de su hijo. Obiang, de todas formas, va a tener más suerte que su tío Macías pues “Teodorín” no lo va a matar, ni siquiera lo encarcelará. La idea es que si la enfermedad anida en nuestra tierra se creará un estado de excepción en el que muchas naciones, entre ellas EE.UU y Europa, aportaran medios para frenarla mientras que él toma el poder militar y por supuesto, social y económico así, a lo tonto, a lo tonto. La situación será tan compleja y peligrosa que nadie pensará en transiciones o planteamientos democratizadores ¿Quién piensa en la oposición en Liberia, en Guinea Conakry o en Sierra Leona? Si se piensa en algo es en como acabar con las muertes ¿no? Y en que no se siga propagando ¿no?. Obiang, se va a dar un auto Golpe de Estado, eso es seguro y le sustituirá su hijo y así se irá perpetuando el clan para evitar que nadie ponga las manos en sus sucios y miserables negocios”.




Terminamos la comida y me volví a casa con el rún rún del planteamiento de mi compañero de mesa que cuando nos despedimos me dijo:En Guinea Ecuatorial, amigo, la realidad supera a la ficción”.