viernes, 17 de abril de 2015

LA PROFUNDA REALIDAD DEL RÉGIMEN DE GUINEA ECUATORIAL: EL MIEDO MUTUO ENTRE EL JEFE DEL RÉGIMEN Y SU ENTORNO MARCA LA PERMANENCIA Y CONTINUIDAD DEL DESASTRE.



*El vociferado "cambio de gobierno" estilo "ruleta rusa" lo demuestra todo.                                    *Unos hablan de 25 ministros; otros aseguran que, en total,  suben  a 80 los miembros del Gobierno...                                                                                                                                                                     * Preludio de unas elecciones presidenciales -quizás- las más polémicas y  más desastrosas para Obiang Nguema.                                                                                                                                                        * O la abstención popular masiva, o la oportunidad del pueblo guineano para acabar con el régimen en las urnas.

Por Severo-Matías MOTO NSA, Presidente del Gobierno en el Exilio del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial).

El día 6 de junio de 1996, Lucas Nguema Esono Mbang (Luquito) apareció en la sede central del Partido del Progreso, en Malabo, para proponerme un encuentro con Obiang Nguema:
- El Presidente quiere hablar con Usted...
- ¿Qué ha pasado? 
- Mire, Don Severo: El Presidente no está contento con las elecciones presidenciales. Ha formado el Gobierno y Usted y Don Andrés Moisés no han querido participar el ese Gobierno. Eso por una parte; pero el Presidente nota que su entorno no le es fiel. Parece que quiere cambiar... pero no le dejan. También quiere hablar con Don Andrés Moisés Mba Ada.

- No tengo ningún inconveniente; cuando quiera el presidente...
- No... Tiene que ser esta tarde. Si aceptas, también voy a hablar con Don Andres; si acepta les llevo a los dos.
Eran cerca de las 20'30 horas. En Guinea Ecuatorial era de noche ya.
A las 21'00, me veía con Don Andrés Moises Mba Ada subiendo las escaleras que conducían al despacho de Obiang Nguema Mbasogo, en el palacio "3 de agosto" de Malabo. Antes de llegar al despacho; a la tenue luz de las escaleras, Don Andrés Moisés y yo coincidimos (en una discreta y silenciosa comunicación) en que no beberíamos nada de lo que nos ofrecieran en ese en cuentro.
Tan pronto como tomamos el asiento frente al Pesidente Obiang Nguema, apareció un joven portando una bandeja, con una botella de whisky, otra de jugo de naranja y tres vasos. 
Casi antes de que el joven abriera la botella de alcohol, tras haber situado los correspondientes vasos o y ofrecido el zumo de naranja al presidente, Don Andrés Moisés Mba Ada se adelantó a rechazar el servicio del whisky aduciendo "motivos de salud". Acto seguido hice yo, lo mismo, señalando que andaba con una "gran resaca del día anterior..." 
El Presidente Obiang ordenó al joven del servicio a retirar las botellas y dejar los vasos, a la vez que se dirigía a nosotros, en una extraña e inesperada confesión:
- Ya sé que por ahí dicen que aquí hay veneno...
Andrés Moisés y yo porfiamos en pedirle disculpas al Presidente por el gesto de no aceptar su whisky, reiterándonos cada uno en sus razones...
Y comenzó el diálogo. Que, más que diálogo era, como siempre un discurso del Presidente.
Atrás quedaban, por lo menos en lo que a mí constaba una serie de encuentros tanto con el propio Obiang Nguema como con "enviados especiales" suyos (comidas y meriendas incluidas) para que yo abandonara el Partido del Progreso y me sumara al P.D.G.E. de Obiang Nguema. Quedaban evidentes signos de enfado y desafección materializados en la invasión y destrucción de muebles y secuestro del archivo de la sede oficial del Partido del Progreso en Malabo y más de cerca, el brutal fraude electoral de las presidenciales de aquel año (1996) en las que el Partido del Progreso y algunas otras formaciones de oposición nos negamos a participar. También quedaba atrás mi rotunda negativa a ser parte del gobierno nacido de aquellas elecciones presidenciales, tan descarada y provocativamente violadas y viciadas, por un fraude al más puro y contundente estilo militar. Quizás no haya que olvidar que quedaba atrás a unos meses escasos de las presidenciales de 1996) la rotunda e incuestionable victoria alcanzada por la oposición en las municipales de septiembre de 1995

UN DISCURSO DE REAFIRMACIÓN DE OBIANG NGUEMA

Y llegó, como he dicho, el momento del discurso que nos dirigía el Presidente, en la línea de sus "sabias orientaciones" De ese discurso (Andrés Moisés y yo estuvimos cerca de dos horas, recibiendo las "sabias orientaciones"), saqué dos conclusiones tan serias y rotundas como tremendamente reales:
UNA.- Nos aseguró Obiang Nguema Mbasogo, Presidente de la República de Guinea Ecuatorial lo siguiente:
- Debéis comprender que yo hago las leyes para ganar yo mismo... 
Y dejó escapar una sonrisa de reto y prepotencia, que nosotros acompañamos..., en el más puro estilo de las bromas macabras que tanto se utlizan en Guinea Ecuatorial. 
La rotunda afirmación no podía ser más reveladora, y más real contrastada con las elecciones y la vida misma de Guinea Ecuatorial. "Este es, en su esencia, el General Obiang Nguema Mbasogo" -me dije para mis adentros-
2.- Como si se encontrara en un extraño e inadecuado confesonario, Obiang Nguema Mbasogo, nos dijo a Don Andrés Moisés y a mí:
- Lo que pasa es que los americanos me están haciendo la vida imposible. me exigen cambiar la Constitución. ¡Yo estoy dispuesto a cambiar la Constitución y todas las leyes. A ver si me dejan en paz!
Sin poderlo evitar, a la vez que aumentaba la intensidad del grito de su "arrepentimiento",  y "propósito de enmienda", Obiang Nguema no pudo ocultar (ante nuestra mirada) un mohín de falsedad y mentira... La prueba es que la misma reforma constitucional se hizo al fin a su imagen y semejanza: Para ganar él.
Es tan previsible "nuestro" presidente (el de Guinea Ecuatorial) que se mueve en su propia esencia tanto cuando dice la verdad que cuando miente. Solo un detalle muy fino y a la vez tristemente real: A nuestro presidente se le cree más cuando suelta una mentira ("Voy a cambiar todas las leyes"); que cuando dice la verdad ("Los americanos me hacen la vida imposible") o aquella verdad de ("Hago las leyes para ganar yo mismo")
El Presidente de Guinea Ecuatorial se halla en estos momentos sometido a una presión circunstancial, en la que las verdades y las mentiras empiezan a entremezclarse en un juego malabar y de prestidigitación, solo controlable por el propio presidente (en principio)
A) El anunciado "cambio de gobierno" que, en principio, obedece a que se cumplen los siete años que en 2009 se dio en las últimas presidenciales (Obligación constitucional) No ha sido más que, como siempre, cambiar de clavijas en el mismo clavijero. No es fácil para Obiang Nguema deshacerse de esas "figuras"... Todas, seguro, pasarían automáticamente a la oposición, al confinamiento o a ser enemigos declarados de Obiang Nguema. ¡¡Inadmisible!!
B) Las elecciones presidenciales, tienen necesariamente que ser fraudulentas. Y si es necesario (que lo es) todavía serán más violentamente fraudulentas ("para que gane yo"...)

EL ENTORNO, Y VICEVERSA

Diríase que todo está muy bien calculado. Y todo muy compresible…
Uno de los refugios y lugares comunes más utilizados por el Presidente Obiang Nguema, cuando se le propone algún cambio o movimiento en la trayectoria que se marcó el dictador desde que se sumergió en los arcanos del poder, es esa de: "Mi entorno no me lo permite"
Por su parte el entorno que rodea al dictador se refugia con absoluta tranquilidad e impunidad en la misma o parecida frase: "Aquí el que dicta es el Jefe" (El "Entorno", por cierto, es más abundante, múltiple y multifacético; blanqui-negro, interno, externo- que el "jefe". Pueden más que él)
Y mientras este multitudinario enjambre cuida de no molestar al jefe, para no perder la mamandurria; el jefe se cuida mucho de que crezca el enjambre en el que justificarlo todo y al que culparlo todo.
¿Quién, o qué, sino unas elecciones libres, democráticas y justas, bajo protección estricta y cercana de la comunidad internacional democrática podría sacar a Obiang Nguema de este atolladero? O eso, o un desastre nacional, inevitable.