miércoles, 25 de noviembre de 2015

GUINEA ECUATORIAL COMO FRENO AL EXPANSIONISMO TERRORISTA



Exilio forzado en España, 25 de Noviembre 2015.-Las personas, el común de los mortales, solemos tener una memoria muy selectiva y cortoplacista a la hora de enfrentarnos al diario reto de la supervivencia. 
Hablar de guerras de conquista, guerras mundiales o civiles es meternos en un laberinto que a nadie le apetece salvo que no tengas otra cosa de la que ocuparte. La mayoría estamos más pendientes de cómo salir adelante en nuestro día a día o de mejorar nuestros rendimientos económicos, de encontrar un trabajo si estamos en el paro, de mantener a salvo nuestra vivienda o de que nuestros hijos puedan estudiar, viajar y trabajar con dignidad. Estamos muy preocupados con la sanidad, con tener acceso a los medicamentos y como no, al supermercado antes que, enfrascarnos en temas de alta política que se nos escapan de nuestros límites mentales y operacionales.

En Siria se está fraguando un conflicto de muy compleja solución y ahí tenemos a los rusos apoyando al dictador Assad frente a un conglomerado de grupos opositores muy violentos en los que están representados todos los niveles de salvajismo. Los turcos están a punto de “pakistanizarse” a pesar de ser miembro de la OTAN; los países teocráticos del mundo musulmán apoyan a diestro y siniestro a grupos partisanos, mientras los occidentales no saben qué hacer. Francia ha tenido que recurrir a Alemania para que le alivie en la zona de Mali mientras España, otra vez más, mira para otro lado por lo menos hasta después de las elecciones del 20 de diciembre.

En Siria se está jugando con la paz mundial y eso lo están diciendo todos los días los analistas políticos de todos los colores del espectro político pero, mientras miramos al próximo oriente nos olvidamos de lo que ocurre en Mali, en Nigeria, en Sudán, Chad, Eritrea y suma sigue. Los conflictos armados, poco a poco, se están convirtiendo en un gigantesco escenario bélico y de destrucción a nivel global.


Los norteamericanos no saben qué hacer y han dejado de apoyar a las llamadas “facciones moderadas” de Siria pues no hay manera de controlar el armamento que se suministra y que termina engordando el arsenal de grupos terroristas muy salvajes. Turquía apoya a los rebeldes sirios de la facción 

minoritaria de los Chiíes y no han dudado en demostrarlo derribando, hace unos días, un avión militar ruso que combate en apoyo al régimen de Bashar al Assad. Estamos en un momento francamente delicado y que puede encender la mecha de un conflicto de grandes e imprevisibles dimensiones.

Los países occidentales no cuentan con recursos ilimitados para posicionarse en los diferentes frentes de guerra y necesitan que las zonas donde ahora operan puedan prescindir de sus fuerzas para ocuparse de una guerra que no se gana lanzando bombas desde aviones.

Lo ideal sería que Nigeria pudiera organizarse de manera adecuada para responder con contundencia a la amenaza de los psicópatas terroristas y que en Mali ocurriera lo mismo, por ejemplo. Si los franceses se van a combatir el islam terrorista en Siria tendrán que detraer unidades que operan en África y dejar esos flancos muy debilitados. Una alternativa es que les releven militares de otros países, como va a hacer Alemania o que las propias naciones africanas sean capaces de hacer frente a sus crisis, lo que no es ni imaginable.

Uno de los emplazamientos estratégicos más importantes en este contexto es, en mi opinión, Guinea Ecuatorial y todo el mundo parece mirar para otro lado como si esta realidad no existiera. Este país africano, con suficientes recursos naturales, se puede convertir en una plataforma para la paz y el progreso en el continente pero para ello hay que suprimir las amenazas que pesan sobre esta nación.

Guinea Ecuatorial cuenta con todos los atributos que la convierten en el lugar ideal en el que testar las bondades de una sociedad africana civilizada y avanzada que sirva de referente a muchos países del continente.

Por su pequeño territorio y baja densidad de población, en Guinea Ecuatorial, se pueden poner en marcha proyectos que sirvan de ejemplo para toda la comunidad africana y que actúen de freno frente al avance islámico terrorista que ya se ha instalado en un tercio del continente.

Guinea Ecuatorial cuenta con los recursos necesarios para desarrollar estos propósitos pero lo que es más importante, cuenta con las personas que lo pueden hacer realidad.

El islamismo terrorista va calando en sociedades débiles, corrompidas y tiranizadas. Su avance se hace imparable en sociedades que no cuentan con estructuras de defensa o con una ciudadanía exigente capaz de frenar la desolación que se les viene encima. Las tiranías, las dictaduras de clanes familiares o tribales son caldo de cultivo de radicales que se terminan imponiendo.

La solución a este fenómeno no pasa exclusivamente por el uso de la fuerza militar, la represión o los estados de excepción. Una sociedad exigente no va a permitir ser secuestrada por radicales terroristas y para ello hay que incidir en la educación y en el fortalecimiento de instituciones que representen a todos los habitantes del país.

Guinea Ecuatorial cuenta con cuadros políticos que pueden estar a la altura de estos problemas pero tienen un gran obstáculo que salvar y que no es otro que el de apartar del poder a una banda armada.

Los guineanos en el exilio no son terroristas, ni por formación ni por vocación.

Los exiliados son gente de bien que han tenido que sobrevivir en otros países, con todas las dificultades añadidas. Estos hombres y mujeres de Guinea Ecuatorial no cuentan con armas y mucho menos con la intención de sembrar el terror para desalojar a la banda de delincuentes que detenta el gobierno de la zona. Ellos solos no pueden hacerlo y con una población de menos de un millón de habitantes, no es algo factible.

Las naciones desarrolladas deberían mirar y velar por sus intereses y si caen más países africanos en manos de los terroristas será muy complicado parar esta ola de horror y devastación.

Hablando con referentes de la oposición a la tiranía guineana, como Severo Moto, podemos observar que persiguen un orden institucional basado en la Justicia Social, en la Democracia y en la Soberanía Popular que funcionarían como un freno al expansionismo terrorista.

Guinea Ecuatorial se puede convertir, gracias a los exiliados y al empuje de un pueblo deseoso de paz social, en el ejemplo a seguir propiciando un efecto de contagio entre sus vecinos.

Los guineo-ecuatorianos en el exilio quieren un marco legal donde quepan todos y donde el futuro sea un horizonte de prosperidad que llegue a todas las capas de la sociedad.

He leído los programas sociales y económicos que defienden los del equipo de Severo Moto y se ve que aspiran a construir una sociedad que está maltrecha y asolada por el mal gobierno de una banda mafiosa e irresponsable. 

Hay que planificar los asentamientos humanos y dotarlos de servicios fundamentales como el agua corriente, la energía y la igualdad de oportunidades. Los guineanos quieren escuelas para sus hijos y un sistema nacional de salud que los ampare. En Guinea Ecuatorial hay que promover el empleo, la capacidad de creación de empresas propias, la defensa de sectores amenazados como las mujeres, la infancia o la tercera edad. No existen planes de apoyo a personas enfermas o con discapacidad y la supervivencia, fuera del clan que ocupa las parcelas de poder, se hace muy complicada.

Salvar Guinea Ecuatorial de la tiranía, conseguir que se implante la democracia como modelo político no es solo para el bien de los habitantes de la zona sino por la necesidad mundial de construir defensas contra el terror inhumano y maléfico de las fuerzas radicales que cada día golpean en lugares hasta hoy inimaginables.