Brujos de España: José Bono
Las ciencias avanzan
imparables: planetas circumbinarios, biodinámica corporal, robótica cuántica.
Nunca como hoy las líneas paralelas de la ciencia y la religión se habían
acercado tanto. Mientras la cosmogonía se perfila como un prodigio infinito,
las humanidades se empequeñecen por comparación, inmersas en un remolino de
esquemas y prejuicios. Las sociedades
occidentales manejan hoy las mismas jerarquías y falsedades que esas aldeas de
la Amazonía desconectadas de la civilización. Los indígenas tienen sus brujos de la tribu y nosotros los
nuestros.
En España mandan todavía los
brujos del 78, que tienen al país hechizado. Los jueces asociados con los
políticos, los políticos con los banqueros, los banqueros con los periodistas,
los periodistas con los políticos, los políticos con los jueces y así sucesivamente.
Para pasar el rato, se recriminan unos a otros. Tiene una cuenta en Panamá. No
paga impuestos. Mira dónde vive. Le han despedido de La Ser. Frases perdidas
por los entresijos de una realidad construida con mentiras sobre cimientos
hechos de mentiras. “La verdad se ve, no se escucha”, decía Gracián con tino.
En España también la mentira se ve perfectamente, está a la vista de todos,
pero es la versión autorizada, hecha de palabras con certificado de
autenticidad. Esa verdad oficial, que es mentira, es la que al final se
convierte en la Historia que estudian los niños en los colegios. Ahora por fin
todos los españoles han hecho un aterrizaje forzoso en el nuevo milenio. Saben ya que durante el siglo XX España ha sido un país-burbuja
y que para sincronizarse con el mundo tendría que estar haciendo un esfuerzo
triple. Entonces, ¿a qué demonios
estamos jugando?
Un manto de impunidad
Estamos esperando a que
acabe la obra y caiga el telón. Los brujos del 78 parecen dispuestos –como las
folclóricas–, a morir sobre el escenario. Ungidos por un manto de impunidad,
los brujos veteranos como Jordi Pujol, cuyo pillaje ronda los 3.000 millones de
euros, tienen cubierta la retirada. Otros brujos les solapan. España es una
gran democracia occidental, nos repiten. Guinea Ecuatorial, eso sí es un país
corrupto, claman furiosos. Y no les falta razón. Teodoro Obiang lleva al frente de Guinea Ecuatorial desde 1979, cuando dio un golpe de Estado para defenestrar y asesinar a su
tío. En agosto de este año cumple 37 años en el poder, lo que le convierte en
el dictador más antiguo del continente africano y en el presidente más longevo
del mundo. En 2009 fue “reelegido” por un periodo de siete años con una mayoría
del 98% de la población, pese a la ruina económica en la que mantiene a su
país, catastrófica de no haberse descubierto petróleo hace quince años.
Querido amigo Obiang
Dos de los españoles mejor
relacionados con el dictador Obiang son los ex ministros socialistas Miguel
Ángel Moratinos y José Bono, que
mantienen con la antigua colonia unos misteriosos nexos –comerciales, al
parecer– para los que resultará útil que Guinea Ecuatorial sea el único país
africano con el español como idioma oficial. Sabido es que Bono nunca ha
explicado el origen de su abultado patrimonio, pues una nutrida colección de
contactos le permitió zafarse de un cerco judicial que en otros casos ha sido
implacable. Entre rumores sobre una fingida separación matrimonial para eludir
al fisco, Bono conservó tras su divorcio
tres casas, una hípica, una jugosa pensión y el contrato de 800.000 euros para
publicar sus memorias con la editorial Planeta.
Los viajes de Bono y Moratinos
Pero el
inquieto Bono –retirado de la política–, no se conforma con escribir y cuidar
de sus caballos, ya que entre 2012 y 2014 voló varias veces a Guinea Ecuatorial
–donde tuvo un avión a su disposición– acompañado de compatriotas empresarios
en una serie de viajes extraoficiales no explicados de forma clara al Gobierno
español, cuyas relaciones con esta dictadura africana son, como es lógico,
delicadas. En cuanto a Moratinos (gran amigo de Castro y Asad, como lo fuera de
Arafat), tras reunirse en secreto en 2012 con Obiang en Malabo, ha acompañado entre 2014
y 2015 a Zapatero en viajes a Bolivia, Cuba y, cómo no, Guinea Ecuatorial. Los
socialistas que antes se bañaban en las blancas playas de Mamaia, invitados por
Ceaucescu, hoy prefieren las exuberantes costas de la isla guineana de Bioko.
Siempre tuvieron querencia por las dictaduras